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lunes, 10 de mayo de 2010

Bosch y la Familia Calderón de San Juan

Juan Bosch y Doña Zunilda Calderón


Por: José Enrique Méndez

Julio Amado , humilde, sencillo “seco, sudoroso y de buen corazón”, había ganado la confianza del Profesor Bosch.

Aquel militar de carrera venia de una distinguida familia del sur. En la Provincia de San Juan, había nacido de la unión de Arquímedes Calderón con su distinguida esposa Zunilda Fernández (Hija de Anselmo Fernández).

Al recién elegido presidente constitucional de la República, Profesor Juan Bosch, le bastaba contar con la protección y los servicios como Jefe del Cuerpo de Ayudantes, de Julio Amado Calderón Fernández, razón por la cual quiso que fuera su leal guarda espaldas.

“Cuando Bosch iba donde su dentista que ocupaba un consultorio en uno de los pisos del edificio Diez. No tenía más escolta que el jefe de sus ayudantes militares, coronel Julio Amado Calderón Fernández”, de igual manera lo hacía cuando viajaba a los pueblos del interior del país.

Había Casado con Vilma Efres de Calderón, nacida en Santiago, y juntos levantaron una organizada y bella familia..

Venía de ser Comandante de lo que es hoy la Primera Brigada del ejército, en el kilómetro seis y medio de la autopista Duarte. Fernández, también había ocupado por primera vez la subjefatura policial.

Fue así como Julio Amado, quiso llevar a Bosch a casa de su adorada madre, Doña Zunilda Fernández y juntos viajaron en su Peugout 404, blanco hacia el valle de San Juan de la Maguana.

Muchos vimos atravesar el carro hacia el centro de la ciudad, llamándonos la atención ese hombre de cabellera blanca, que saludaba con las manos a su paso por la calle independencia rumbo a la casa de madera amarilla de la familia Calderón, en la calle Sánchez, frente al Parque que también lleva el nombre del Patricio.

Como niños acostumbrados a visitar la casa de nuestros primos Calderón Díaz, No tuvimos dificultad alguna en penetrar como de costumbres a la casa y ver al Presidente degustando un suculento sancocho en cuerpo de camisa junto al resto de los familiares.

Allí vimos el aprecio y cariño con que Bosch trató a Doña Zunilda Calderón, madre de su fiel guardaespaldas y a Efraín Calderón, reconocido antitrujillista hermano de Julio Amado.

El profesor salió y se dirigió a la acera del frente, en el Parque, donde un considerable grupo de admiradores quiso estrecharle las manos y conversar de manera cordial y amena con el primer presidente constitucional de la república dominicana, elegido democráticamente por el voto popular.

Una anécdota digna de recordar fue ver al poeta Caonabo Peña, quien en interés de ver al Profesor Bosch, optó por subir a un árbol, colocado exactamente encima de la multitud que rodeaba al profesor Bosch. El peso del novelista Caonabo Peña, quebró la rama que le sostenía y para asombro, vimos caer al asustado nuevo Tarzán caer entre los pies del presidente.

Nada pasó, solo risas, chistes y comentarios.

A pie Juan Bosch, atravesó el Parque Sánchez, caminó hasta la casa de los Recios, ubicada en la calle Trinitaria, frente a la panadería de Ziquito y penetró seguido de cientos de simpatizantes que le seguían. A la entrada de la Casa de los recios llamaba la atención un enorme cuadro del Presidente de los Estados Unidos, John Figerard Kennedy y una alusión al programa de la Alianza para el Progreso.


Muchos años después volvimos a ver de nuevo a Bosch visitar a San Juan, para asistir al sepelio de Doña Zunilda.


Jose Abigail Cruz Infante
Muy descriptiva la escena. Asi se hace historia. Es un relato testimonial que conserva la frescura del momento y no ha variado con el tiempo. Los detalles y los ángulos del pueblo parecen cobrar vida en la memoria del narrador. Muy bueno.

Juan Tobias Leon Ortega Yo estuve ese dia ahi mismo Ike. Eso paso despues de la Tanda Vermouth, el poeta Caonabo Peña se encaramó en el arbol, que era un arbol de aquellos pequeños que tenía el parque Sánchez con unas frutilla rojas que comían las ciguitas y los demas pajaritos.
Como siempre, el querido profesor Juan Bosch, con el cariño y el respeto que le caracterizaba ... Ver más hacia los hombres del pueblo, vió descender a nuestro poeta Caonabo Pena del arbol, y se sonrió. Recuerdo que sus guardeespaldas no se sintieron incomodos por el incidente algo jocoso. Si hubiera sido a un Balaguer, nuestro poeta hubiera sido acribillado o hubiera sido llevado como un perro a la carcel y lo hubieran acusado de atentar contra la seguridad del presidente. !Que diferencia señores!

Muy buen articulo.



Cesar Namnum
buena reseña, amigo Ike...

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